Sin afán de acudir directamente a la moralidad o el derecho a la vida, la pena de muerte carece de sentido en la época moderna y contradice acciones bajo las cuales los mismos gobiernos (quienes a su vez aplican la condena) se rigen.
Mientras el gobierno de EEUU se basa en confiar en una mano divina (“In god we trust”), claro, a su conveniencia, muestran un sistema de justicia plagado de situaciones políticamente cuestionables. El daño psicológico y el gasto de los recursos del pueblo raya en la brutalidad por apelar a una costumbre cerrada e innecesaria.
-> Desde 1973 porque surgieron pruebas que demostraron que eran inocentes de los delitos por los que habían sido condenados. (Amnistía Internacional)
Irán, por otro lado y bajo un sistema teocrático, logra ocultar sus prácticas bajo una cortina de acciones internas y una política con ciertos secretos en general. En realidad, el mundo poco sabe de su sistema de impartición de justicia.
-> Desde 1990, hay constancia de que ocho países han ejecutado a presos que eran menores de 18 años en el momento del delito: Arabia Saudí, China, Estados Unidos, Irán, Nigeria, Pakistán, la República Democrática del Congo y Yemen.
La pena de muerte se ve como el fin al castigo innombrable que fue amenazar al “culpable” con una muerte a manos del sistema. Familias afectadas, vidas inocentes terminadas, y un desequilibrio en lo que es considerado Derechos Humanos estarán siempre presentes en una práctica tan retrógrada.